Hoy te vamos a contar la historia de una de las joyas olvidadas de Cádiz. Hablaremos sobre una pieza de arquitectura que ya no existe y que en su momento atraía a todo el mundo como si de un centro social se tratara.
Mariano Benlliure fue uno de los grandes escultores españoles de finales del siglo XIX y primera mitad del XX. Entre sus obras más famosas se encuentra “La fuente de los niños” (también conocida como “Fuente de los meones»), de la que tuvo que hacer varias réplicas debido a la demanda de los visitantes, que querían poder disfrutar de esta obra de arquitectura en sus propios jardines. Así fue como llegó la réplica de la fuente a Cádiz, de la mano del ceramista Juan Ruiz de Luna.
Esta fue una de las joyas olvidadas de Cádiz y estuvo instalada en la Alameda Apodaca, inaugurándose en 1927 en una de las fachadas del Baluarte de la Candelaria. Posteriormente se trasladó al Parque Genovés, donde acabó desapareciendo por culpa de los actos vandálicos.
La fuente consistía en un relieve de media luna en la parte central, con figuras fabricadas en cerámica en la que había siete niños jugando, empujaban a otro que caía al agua en una taza de mármol semicircular. A ambos lados había adornos y detalles en mármol y plantas para terminar de conformar una auténtica obra de arte gaditana. Arriba, dominando todo el conjunto, se encontraba el escudo de Cádiz, con Hércules dominador.
Hasta aquí muy bien pero seguramente te estarás preguntando: ¿por qué estamos hablando de esto?
Pues porque nuestro maestro artesano Antonio Collantes HA FABRICADO LA FUENTE CON SUS PROPIAS MANOS, pieza a pieza y durante 40 años, para recordar una de las joyas olvidadas de Cádiz.
Y la ha fabricado con unas pocas fotografías como única referencia ya que le fue imposible encontrar nada más a lo largo del tiempo.
Empezó por fabricar los mármoles, después le tocó el turno a la plata y acabó añadiendo detalles en oro. Los niños han sido tallados en cera y las baldosas son similares a las de la Alameda Apodaca y cada maceta tiene diez partes, mientras que cada ánfora nueve. El agua es lo que más le ha costado, ya que quería darle vida propia y, a juzgar por el resultado, creemos que lo ha conseguido.
Nos cuenta que no sabría cuánto cobrar por la pieza, ya que «si lo cobrara por horas… no tiene un precio definido, y sentimentalmente me daría mucha pena deshacerme de él».
También ha creado un broche para que todo aquel que quiera, pueda disfrutar de la fuente en tamaño reducido.
De esta forma, nuestro maestro joyero Antonio Collantes ha recuperado una de las joyas olvidadas de Cádiz y un trocito de nuestra historia pieza a pieza, de manera artesanal, con materiales nobles y con todo el mimo y el cariño que sabe imprimirle a sus creaciones.